la camiseta de follar seguro
Hoy, tras trece años de convivencia, me he deshecho de mi camiseta de follar seguro. Como fetiche, como icono, no era gran cosa; un trozo de tela de algodón impregnado del paso del tiempo, color indefinido, descosidos en las costuras, directamente agujeros de diferentes diámetros en pecho y espalda, manchas sempiternas y etiqueta deshilachada. Yo no soy supersticioso, fetichista lo justo, normal y lógico. Ya saben
Que si unos pies cuidados y anatómicamente correctos alzados sobre tacones de aguja
Que si las cicatrices
Que si el látex (sólo en fotos, soy alérgico)
Lo justo, normal y lógico, digo, de fetichista, pero la camiseta se había ganado el nombre a base de felices coincidencias de primera cita. Y cada vez (pero cada vez) que la prenda reafirmaba su condición alcahuetera yo me lo tomaba con humor, risa nerviosa, si se quiere, como la del escéptico al que la tarotista le ha adivinado intimidades únicas. Por si acaso, yo, a cada primera cita, la camiseta contra la piel, que una cosa es ser escéptico y aun nihilista y otra es ir sobrado de seguridades. Y sí y no (lo primero y lo segundo). Por lo demás, me gustaba cuando cada una de ellas la vestían momentáneamente para salir al balcón a fumar; toda la noche en que quedarían solas abandonadas por este alma a la que llevaba el diablo y así dormir con mi olor de antes-de; o cualquier otra motivación que pudieran tener. Yo nunca las invitaba e eso, digo, a vestirse con la camiseta de follar seguro. Y cada nueva vez que eso ocurría, una nueva vez primera, una nueva compañera sexual y aún amante, la camiseta adquiría una pátina que se superponía a las anteriores. La misma camiseta, diferente camiseta. La he tirado, jubilada con buena pensión me gusta pensar, no podía ella hacer más, la pobre.
Otro día les hablaré del cuchillo de Marcel.
Que si unos pies cuidados y anatómicamente correctos alzados sobre tacones de aguja
Que si las cicatrices
Que si el látex (sólo en fotos, soy alérgico)
Lo justo, normal y lógico, digo, de fetichista, pero la camiseta se había ganado el nombre a base de felices coincidencias de primera cita. Y cada vez (pero cada vez) que la prenda reafirmaba su condición alcahuetera yo me lo tomaba con humor, risa nerviosa, si se quiere, como la del escéptico al que la tarotista le ha adivinado intimidades únicas. Por si acaso, yo, a cada primera cita, la camiseta contra la piel, que una cosa es ser escéptico y aun nihilista y otra es ir sobrado de seguridades. Y sí y no (lo primero y lo segundo). Por lo demás, me gustaba cuando cada una de ellas la vestían momentáneamente para salir al balcón a fumar; toda la noche en que quedarían solas abandonadas por este alma a la que llevaba el diablo y así dormir con mi olor de antes-de; o cualquier otra motivación que pudieran tener. Yo nunca las invitaba e eso, digo, a vestirse con la camiseta de follar seguro. Y cada nueva vez que eso ocurría, una nueva vez primera, una nueva compañera sexual y aún amante, la camiseta adquiría una pátina que se superponía a las anteriores. La misma camiseta, diferente camiseta. La he tirado, jubilada con buena pensión me gusta pensar, no podía ella hacer más, la pobre.
Otro día les hablaré del cuchillo de Marcel.
8 comentarios
jesús -
ellosnoexisten(arroba)hotmail.com
savahjani -
¿Me dirás?
jesús -
Vuelve, no andamos precisamente sobrados)
savahjani -
La mía, al contrario que la tuya, no podían colocársela mis amantes del momento ya que siempre los elegía más altos que yo, que soy alta (me pregunto si eso es otra forma de fetichismo), aunque recuerdo que en algunos actos no siempre volaba antes de e inevitablemente se impreganaba de efluvios de historia que se colaban de piel a piel a través de los deshilaches.
Dije actos. Absurda palabra que me lleva a pensar en, precisamente, actos. Hay amores (puedes usar la palabra que desees) de o.n.g., otros de caballería andante, los hay domésticos como lavar o enjabelgar, actos de furia e incluso de consuelo. Hay actos, también, que son los últimos aun sabiendo que vendrán tras ellos otros pero que éstos, exactamente éstos, son inevitables, grandiosos, actos que si no haces mueres.
Me temo que mi camiseta de follar seguro ha vivido actos de todo tipo.
Y lanzo sin releer. Si lo hago no podré evitar la tenación de retocar contenido y continente y hace ya tiempos que me esfuerzo por abandonar la terrible perfección.
Anónimo -
Anónimo -
jesús -
En serio,
No me conhuntaba con mi chaqueta de déjate-de-tonterías-jesús, además he hecho reformas, tengo un armario más pequeño y me he deshecho también de los pantalones de ser dogmático y los calcetines más-chulo-que-un-ocho. Guardo los zapatos de la conciencia, por si acaso.
lu -