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ellosnoexisten

caos y orden

caos y orden (...)También a principio de siglo parecía manifiesto que el empresario era casi siempre un explotador, y el obrero casi siempre un explotado, mientras a finales de siglo las cosas presentan un cariz distinto. Convertido en bastión inmovilista, el trabajador a la vieja usanza aspira a mantener su puesto haciendo lo mínimo, mientras el empresario asume –cuando no es una transnacionalidad de abrumadora influencia- la arriesgada precariedad que antes caracterizaba al primero ofreciendo cosas útiles a los demás y por eso mismo vendibles. De ahí que solo parezcan tener futuro quienes sean capaces de convertirse en autoempleados (tras descubrir aquello para lo cual sirven, y servirlo), en vez de fantasear los unos con contratos laborales permanentes, y soñar los otros que sus ahorros producirán un interés seguro y bastante para sobrevivir sin hacer uso de una laboriosa inventiva. Al aparecesr un empresario obrero, o un obrero empresario, la relación laboral se individualiza –hoy sí, mañana no, pasado veremos-, transformando el tradicional menú único en un sistema de trabajo a la carta, favorable o desolador en función del grado en que cada cual logre autoemplearse.
Transiciones de este calibre, que se habían demorado milenios, acontecen ahora en lapsos breves. Al ritmo en que van escaseando el trabajador antiguo, reconvertido en empleado para empresa de servicios-, el experto en economía sugiere al capitalista especular inteligentemente con su capacidad de endeudamiento. Profeta del antiguo orden industrial, en vz de vender acciones Henry Ford preferia sufragar el crecimiento de su empresa con los beneficios, y sólo recurría al crédito cuando le resultaba absolutamente inevitable. (De hecho, eso le supuso hacer frente a una demanda legal planteada por accionistas de su compañía, que exigían un reparto mayor del excedente acumulado, y proponían financiar la expansión del negocio por vias crediticias. Ford respondió comprando todas las acciones; esa fue –según dicen- la segunda y última vez que pidió dinero prestado.) Los profetas del nuevo orden llaman a eso trogodotismo, y concentran mucho más metálico en jugar al cambio de divisas y permutar derivados que en establecer indústrias o comercios; de hecho, inventaron con las OPAS hostiles y actividades parejas un modo casi instantáneo de trocar radicales insolvencias en radicales solvencias.

p.198-199
Escohortado, Antonio, Caos y Orden, Madrid, 2000, Editorial Espasa Calpe, S.A.

p.198.

7 comentarios

lu -

jajajjaa, cierto, ellos no existen.

job -

a mi també m'agraden un munt el dibuixos, has pensat en posar un apartat amb tots els dibuixos??
i barrejar el dibuixos amb el text? tipus... http://www.hoteloscartangoecholima.com/splash.html

salut

jesús -

Ana, gracias, en parte se trata de eso.
Borjo, espero que te trates bien y que te indemnices correctamente.
Nuala, fuí eso (y más cosas), ahora "precario por cuenta ajena" y decisión propia en gestión cultural municipal.
Lu, Sí, aunque no hay que perder de vista que el mercado somos nosotros. "Ellos" no existen.

lu -

Si no fuera tan perverso resultaría admirable la capacidad que tiene el mercado de abrir nuevas vías a la explotación y el enriquecimiento de los mismos.

Nuala -

¿Empresario o trabajas freelance? :D

(Apuesto por la segunda)

Borjo -

Pues yo soy un 20% mi propio jefe, y de las cinco partes soy el más implacable, un día de estos me voy a autodespedir, jajajajjajajja

unamaruja -

Me encantan tus dibujos, me paso un buen rato admirando tantos detalles, transformaciones...
Sólo quería decirte eso :))