No cualquier hombre
(decíamos) Me sorprendió aquella violación de las mínimas normas de cortesía y urbanidad. (/decíamos)
Lady Comisaria se acercó ligeramente arrastrada del brazo izquierdo por el artista. Un admirador, un estudiante, un periodista o un crítico, vaya usted a saber, abordó a la pareja y fue apartado con una lánguida extensión de un brazo rematado por una copa de tulipa. El cava saltó a la camisa del invasor.
-Adam, Jesús no sólo vigila la instalación, también es mi asistente, seguro que estará encantado de ayudarle en lo que precise.
-Gracias, déjenos a solas, por favor, necesito comentar con Jesús un asunto de vital importancia.
Lady comisaria se separó manteniendo los ojos más abiertos que de costumbre y desapareció de mi interés, de mi vista, quiero decir.
La gran novedad de aquel dia fue que Don Vigilante-con-cara-de-susto había dado en el clavo, una casualidad como otra cualquiera determinante a la postre para mi vida, un Macguffin en toda regla. Una cuadrilla de operarios especializados en reformas de oficinas habían trabajado durante dos semanas forrando el interior de la sala de exposiciones de placas de yeso de 10 milímetros de espesor y habían masillado, lijado y pintado hasta dejarla aparentemente igual, cinco metros cúbicos más pequeña de facto. La estancia se había contraído, el hombre se expandía. No cualquier hombre.
-Pero, hombre, ya hablaremos de eso, lo que yo quería preguntarle es dónde vive Ud.
-A cuarenta kilómetros de Barcelona, en la costa.
-Ahá, bien, bien, -se tomaba su tiempo. Oiga y Ud., señor... ¿Bordas?
-Jesús.
-Señor Jesús -corrigió.
-Jesús. Sin "señor" -apunté
-Bien, Jesús, me preguntaba si Ud. podría, ajojarne en su casa. Sólo por unos días, claro está.
¡No te jode! Eso pensé: ¡No te jode! Sin embargo lo que dije, lo que arrojé sobre sus manos que parecían esperar la caída del árbol de una fruta madura fue un "sí, claro, siempre que no le importe vivir en una pocilga". Recogió los dedos convirtiendo sus manos abiertas en puños. Su risa entrecortada agravó el dramatismo del gesto, diabólico, como si de alguna manera arrancara un contrato beneficioso, o un alma ajena.
10 comentarios
jesús -
aly -
Olves -
Me ha leído el pensamiento.
jesús -
Olves, pregunte, pregunte, aunque quizás ya lo tenga superado, como es gallego...
Y gracias por el cumplido (espere a ver la próxima...)
:)
Olves -
Jesús, tus musas cada vez más peligrosas.
Saludos
lu -
te gustan las medias con blonda???
vampi -
quedó ridículo haciendo la cruz con los índices...jajajaja
lu -
Creo que a tí te gusta ser presa de ella, ¿no?
jesús -
lu -