como si
(decíamos) Son momentos en los que uno no debería dudar de la denominación de origen del vello púbico encontrado.
(/decíamos)
En realidad, claro, no había tal pelo. Adherida al cielo de la boca, lo que había era una conversación robada
[Bárbara] No entiendo qué representa.
[Adam] Los hombres y las mujeres son representaciones. El Arte abandona la representación y el hombre sigue actuando como si.
[Bárbara] ¿Cómo si?
[Adam] Como si viviera.
[Bárbara] No entiendo.
[Adam] Lo que yo veo es una película de zombies.
[Bárbara] Sigo sin entender.
[Adam] Muertos vivientes. Se creen que viven, pero están muertos, en el mejor de los casos. En el peor, son un simulacro.
[Bárbara] Como un androide que se cree humano.
[Adam] Eso mismo.
[Bárbara] Creo que entiendo
[Adam] La experiencia estética será la última frontera que un robot defectuoso anhelaría.
Bárbara reía como cualquier joven medio borracha y rendida de antemano ríe al hombre que la trasladará de la barra del bar de copas a una cama. Como había reído conmigo apenas un año antes en el Riders.
Veinte años habían pasado (treinta hasta hoy) y volvía, a horas extrañas, y tras una puerta no totalmente cerrada, a espiar a mis padres flirteando. Ya tuve suficiente con el nacimiento de mi hermano pequeño. Entré en la cocina, donde Adam se servía más té. Parecía normal. En cinco días no había visto acostarse a Adam. De vez en cuando se hacía una micro-siesta sentado en el sofá o apoyado sobre la mesa del comedor. Cinco días, y parecía normal.
-Acompáñame a buscar casa, dijo. Quiero quedarme a vivir en Barcelona.
-Tengo que ir a trabajar.
-Yo lo arreglo. Llamo a doqui y lo arreglo.
Así llamaba Adam a la doctora: doqui. Lo arregló perfectamente, telefoneó a su secretario y en una hora ya nos esperaba el sirviente-como-de-otra-época con el coche a punto.
(/decíamos)
En realidad, claro, no había tal pelo. Adherida al cielo de la boca, lo que había era una conversación robada
[Bárbara] No entiendo qué representa.
[Adam] Los hombres y las mujeres son representaciones. El Arte abandona la representación y el hombre sigue actuando como si.
[Bárbara] ¿Cómo si?
[Adam] Como si viviera.
[Bárbara] No entiendo.
[Adam] Lo que yo veo es una película de zombies.
[Bárbara] Sigo sin entender.
[Adam] Muertos vivientes. Se creen que viven, pero están muertos, en el mejor de los casos. En el peor, son un simulacro.
[Bárbara] Como un androide que se cree humano.
[Adam] Eso mismo.
[Bárbara] Creo que entiendo
[Adam] La experiencia estética será la última frontera que un robot defectuoso anhelaría.
Bárbara reía como cualquier joven medio borracha y rendida de antemano ríe al hombre que la trasladará de la barra del bar de copas a una cama. Como había reído conmigo apenas un año antes en el Riders.
Veinte años habían pasado (treinta hasta hoy) y volvía, a horas extrañas, y tras una puerta no totalmente cerrada, a espiar a mis padres flirteando. Ya tuve suficiente con el nacimiento de mi hermano pequeño. Entré en la cocina, donde Adam se servía más té. Parecía normal. En cinco días no había visto acostarse a Adam. De vez en cuando se hacía una micro-siesta sentado en el sofá o apoyado sobre la mesa del comedor. Cinco días, y parecía normal.
-Acompáñame a buscar casa, dijo. Quiero quedarme a vivir en Barcelona.
-Tengo que ir a trabajar.
-Yo lo arreglo. Llamo a doqui y lo arreglo.
Así llamaba Adam a la doctora: doqui. Lo arregló perfectamente, telefoneó a su secretario y en una hora ya nos esperaba el sirviente-como-de-otra-época con el coche a punto.
5 comentarios
jesús -
Juan Cosaco -
Cuestión de precaución.
Saludos
jesús -
Juan Cosaco, Ud. no necesita creer. La lotería existe a nuestro pesar, el décimo está ya comprado y Ud. puede dedicar lo que le toque (que va a toca-ar) a una ONG, si quiere. Y puede, claro, hacerlo por mi, que en vez de poner un libro de vsitas me inventé lo de la rifa nacional. Saludos, de cualquier modo.
Juan Cosaco -
luces -