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autismo voluntario y sospechoso

autismo voluntario y sospechoso Bárbara me ha recibido con el morro arrugado. No sé, acabo de entrar en la casa. Lo único que he hecho es cerrar la puerta con cuidado de no hacer ruido, llevo los zapatos limpios y no he encendido ninguna luz innecesaria.
Adrián tiene fiebre. No ha sido de repente. Al parecer llamaron desde el colegio. “Con treinta y ocho y medio que me lo han dado. Lleva toda la tarde tontísimo. Menos mal que se ha dormido bien. No estoy para hostias, Jesús”  Cuando uno vuelve a casa jodido sabe que la descarga injusta de malhumor de su mujercita tampoco es la solución correcta al desencaje del mundo.
Yo, en esos momentos me acuerdo del día en que mi chica decidió dejar de ser promiscua y dejarse crecer una barriga. O quizás fuera al reves. Es decir: se quedó embarazada y dejó de follarse también a otros.
-Ahora subiré a darles un beso, a los dos.

Hasta el momento la vida de ese niño, pobrecito él, ha consistido en gran parte en dar por culo más de lo que yo hubiera jurado que aguantaría. El chico ha salido a su madre, aunque tenga mis ojos y el autismo voluntario y sospechoso de, descanse en paz, Adam.

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