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hoy empiezo.
87.6 Kg 22/09/2005

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segundos fuera!

segundos fuera! Desde el rincón, la última mirada amable que me quedaba, en la cara de una card-girl pagada por el productor del combate, se pierde en el desconcierto. Es por mi negativa a celebrar los cumpleaños. Es lo que tiene intentar ser consecuente con pautar el tiempo en el día a día. Cero rechazo a la madurez o aun la vejez. Cada jornada conlleva su parte alícuota del negocio.

Quizás después de todo lo que quieres es una card-girl diaria –dice mi amigo imaginario Manu mientras pone a mis pies la escupidera, limpia mi protector dental y me unta la cara con vaselina. Hace ya seis años que rechazo dar pistas para ser homenajeado con presentes intercambiados por dinero y tengo la sospecha que mi rechazo a convenciones sociales de ese tipo no me aleja un ápice de quienes constituyen mi universito social. O si se prefiere, construyo esa pequeña comunidad con enlaces a guiños de complicidad.

Suena la campanilla que insta a comenzar el trigésimo séptimo round y salto con la guardia alta entre felicitaciones armadas de decibelios.

memorandum

memorandum when any of our senses is aroused,
to intensity of pleasure or of pain,
the soul gives itself up to that one sense,
oblivious to all its other powers.

Alighieri, Dante, The Divine Comedy. Vol II PURGATORY. New York, 1981,
Penguin Classics. Translated by Mark Musa.

Desacuerdos I. Cal. Arena.

Desacuerdos I. Cal. Arena. El MACBA expone en el vestíbulo, gratis y hasta el 29 de mayo Desacuerdos. Sobre arte, políticas y esfera pública en el Estado español.Las exposiciones que se presentan dentro del marco de Desacuerdos "conceden un papel relevante a las nociones de archivo y documento como elementos alternativos y complementarios a las obras de arte tradicionales, y necesarios para leer la historia y el presente". En coherencia con dicho planteamiento los numerosos documentos disponibles para consulta son ofrecidos ad libitum en una acertada mezcla de supermercado y ateneo, de táctica museística de vanguardia y de tasca “de toda la vida”. La primera experiencia en Desacuerdos es introspectiva y corresponde a la sorpresa seguida de la duda ante cómo abordarla. Es lo que tiene estar domesticado, que una propuesta simple que desmonta la estética hierática, estrecha y frígida del museo (se mira pero no se toca, y mejor si se mira de lejos), desmonta también al “cliente” amparado en sus recaudos educacionales. Propongo como primer goce para Desacuerdos el reconocimiento de un leve y momentáneo retorno a la ingenuidad. No es poca cosa.
P.S. Para compensar, a la salida, la desolación de la librería del museo vacía, desmantelada, sin vida.

la camiseta de follar seguro

la camiseta de follar seguro Hoy, tras trece años de convivencia, me he deshecho de mi camiseta de follar seguro. Como fetiche, como icono, no era gran cosa; un trozo de tela de algodón impregnado del paso del tiempo, color indefinido, descosidos en las costuras, directamente agujeros de diferentes diámetros en pecho y espalda, manchas sempiternas y etiqueta deshilachada. Yo no soy supersticioso, fetichista lo justo, normal y lógico. Ya saben
Que si unos pies cuidados y anatómicamente correctos alzados sobre tacones de aguja
Que si las cicatrices
Que si el látex (sólo en fotos, soy alérgico)
Lo justo, normal y lógico, digo, de fetichista, pero la camiseta se había ganado el nombre a base de felices coincidencias de primera cita. Y cada vez (pero cada vez) que la prenda reafirmaba su condición alcahuetera yo me lo tomaba con humor, risa nerviosa, si se quiere, como la del escéptico al que la tarotista le ha adivinado intimidades únicas. Por si acaso, yo, a cada primera cita, la camiseta contra la piel, que una cosa es ser escéptico y aun nihilista y otra es ir sobrado de seguridades. Y sí y no (lo primero y lo segundo). Por lo demás, me gustaba cuando cada una de ellas la vestían momentáneamente para salir al balcón a fumar; toda la noche en que quedarían solas abandonadas por este alma a la que llevaba el diablo y así dormir con mi olor de antes-de; o cualquier otra motivación que pudieran tener. Yo nunca las invitaba e eso, digo, a vestirse con la camiseta de follar seguro. Y cada nueva vez que eso ocurría, una nueva vez primera, una nueva compañera sexual y aún amante, la camiseta adquiría una pátina que se superponía a las anteriores. La misma camiseta, diferente camiseta. La he tirado, jubilada con buena pensión me gusta pensar, no podía ella hacer más, la pobre.
Otro día les hablaré del cuchillo de Marcel.

Otra coincidencia más del tipo hay-que-joderse

Otra coincidencia más del tipo hay-que-joderse En mi primera (permítanme) novela (Bordas, Jesús, ellos no existen ©,2003, inédita)escribí lo siguiente:
Durante unos segundos la cámara registra una escena sublime: la de una muchacha (de quien nadie diría que unos minutos más tarde será capaz de asesinar y ensañarse con el cadáver) abandonada al baile con la sensualidad y desparpajo que da el convertirse momentáneamente en el centro del universo. Si su imaginación no da como para interpretar qué quiero decir o bien se encuentra hoy demasiado cansado para hacer el esfuerzo intelectual de una proyección visual se lo pondré fácil. Ese instante que tengo grabado en lo que podía haber sido "la copia de la copia de la defensa de la prueba número uno del ministerio fiscal" no tiene que envidiarle nada a una de las más grandes escenas de gracia corporal del cine: Nicole Kidman en "Todo por un sueño" de Gus Van Sant contoneándose sobre el arpegio inicial y los primeros versos de "Sweet Home Alabama" del grupo Lynrd Skynrd

Big wheels keep on turnin',
Carry me home to see my kin.


Ayer, en mi segundo día con mi última adquisición de Marías (Marías, Javier, Tu rostro mañana, 1 Fiebre y lanza, Madrid, 2004, Suma de Letras, S.L.) me topé con esto:
(...), Lynyrd Skynyrd acaso, esa canción famosa no sé qué de Alabama, eleva mucho los muslos como la actriz Nicole Kidman cuando la bailó en una película, inesperadamente; (...)

Todavía me sorprendo, aunque creo que no debería tener motivos. Después de todo yo ya inventé un año tarde el tetra-brick con tapón de rosca, hay una película de título idéntico al de mi segunda (permítanme) novela (Cien años de perdón) y existe un grupo de música denominado mi quinta estación, metáforá que utilicé hace ya una década en varias (permítanme) poesías para referirme a una amante. Cualquier día de estos me paso por el registro de la propiedad a depositar mis proyectos de váter con alas , la alcayata regulable y el estampado de blonda negro sobre diferentes colores para salva-slips.

De vueltas con las palabras

De vueltas con las palabras Si no lo digo reviento. Hay términos que usamos erróneamente (ansío sus correcciones si es que ando malencaminado). Y lo peor de lo peor: todos tienen su origen en obras maestras de la literatura universal.
“Gran Hermano”: A partir del concurso televisivo inspirado (¿?) en 1984 de George Orwell los concursantes (y por extensión los ex-concursantes) pasan a ser denominados “grandes hermanos”. Siendo mínimamente justos con 1984, el único gran hermano que existe es El-Es-pec-ta-dor (quizás ampliando la definición podríamos hablar del índice-de-audiencia)
“Troyano”: (definición de wikipedia: Un Troyano (o caballo de Troya, traducción más fiel del inglés Trojan horse aunque no tan utilizada) es un programa malicioso que se oculta en el interior de un programa de apariencia inocente. Cuando este último es ejecutado, el troyano realiza la acción o se oculta en la máquina del incauto que lo ha ejecutado.
¿Cual és el problema?
Troyanos eran los habitantes atacados por el caballo de los griegos (por extensión caballo de Troya)
De ser un puñetero ya he sido acusado, no se preocupen. Ocurre que... cómo decirlo... el lenguaje mal usado es perverso. Fíjense en términos como “progresista” o “de izquierdas” aplicado a la política.
Luchamos por un gobierno progresista.
O
Soy un tipo de izquierdas (puede añadirse “de toda la vida”)
O
Viva la anarquía
Ahora bién, definirse de un determinado color político o defensor de una ideología ¿Consiste en hacer una declaración? ¿En tener un carné? ¿En ser miembro de un partido? ¿En tener un programa? ¿En brindis al sol?
NO
Ser progresista es hacer una política progresista
Ser de izquierdas es hacer una política de izquierdas
Marx, tan menospreciado por el descrédito del comunismo como opción política, da en el clavo cuando defiende a nuestra especie como homo faber: el hombre que hace. De eso va el progresismo: de enfrentarse al reaccionario que declara que las leyes naturales se imponen como garante de cualquier orden (que es el que domina y, en todo caso, el único que vale la pena mantener). Se trata de creer en la capacidad transformadora del hombre por el hombre, de luchar por conseguir el poder y aplicar una política que lleve a cabo los ideales tales como libertad, igualdad de oportunidades, bla, bla, y bla,... Ya se lo saben ¿Verdad? Entonces actuemos en consecuencia. El poder per se es un absurdo. Y quien quiera entender, que entienda.

un caballo a las puertas de Ciudad Identidad

un caballo a las puertas de Ciudad Identidad “Nuestra invencibilidad depende de nosotros; la vulnerabilidad del enemigo, de él” de la edición de Ayllón, José Ramón, El Arte de la Guerra ( Sun Tzu ), Barcelona, 1999, ed. Martínez Roca

Sun Tzu (s.VI a.C.), podría haber dicho lo mismo de otra manera:
Bien
“Nuestra invencibilidad depende de nosotros; la invencibilidad del enemigo, de él”
o también
“Nuestra vulnerabilidad depende de nosotros; la vulnerabilidad del enemigo, de él”
Ambas alternativas ofrecen una visión más objetiva en la medida que “invencibilidad” i “vulnerabilidad” son sustantivaciones de adjetivos calificativos, esto es, valoraciones de la misma característica. Sin embargo estamos ante un caso claro en el que el lenguaje es utilizado en su estructura interna para aportar una visión personal y, por qué no decirlo, sugestionar al receptor.

Saltemos la distancia temporal (unos 26 siglos) y temática (el arte de la guerra es, obviamente un tratado sobre el conflicto bélico). Se puede hacer. Dada su capacidad de extrapolación este libro se ha convertido en la biblia de cualquier alto o medio directivo de empresa, comercial, político o activista (entre otros).

Me dijo Toni hace unos meses algo que me quedó grabado en espera de tener una respuesta propia:
“Ningún hombre tiene más razón que el resto de hombres juntos”
Falso.
De razones…todos tenemos ¿No? Y ¿Se supone que el mero hecho numérico de constituirse en “unanimidad-1” dota de sabiduría? Evidentemente, de lo único que dota es de la fuerza de la mayoría. Una fuerza tan poco garante de racionalidad como la superioridad de fuerza física. Tan poco garante de justicia como un superior coeficiente intelectual.
Y pensaba en esto porque acabo de pasar unos momentos en los que he tenido que valorar si debía combatir en soledad hasta las últimas consecuencias una posición que creía justa. ¿Quieren saber qué hice? Primero abandoné mi queja por la situación en la que me había metido. Para ello me sirvió un existencialista:
“Un hombre nada puede desear a menos que antes comprenda que sólo debe contar consigo mismo; que está solo, abandonado en la tierra en medio de sus infinitas responsabilidades, sin ayuda, sin más propósito que el que él mismo se fija, sin otro destino que el que él mismo se forja en la tierra.”
JEAN-PAUL SARTRE
en: Marinoff, Lou. Más Platón y menos Prozac, Barcelona, 2001, Ediciones B.
Así que éste artículo que en un principio debería haber sido clasificado en “estrategias vitales”, merced a un posicionamiento ético se ha convertido en un habitante de “identidad”
Ya tienen su respuesta

de rumbos, derivas y derrotas

de rumbos, derivas y derrotas Hablamos de identidad. De qué se supone que es el sapiens sapiens con respecto a las demás especies y Juan con respecto a Pedro. Pienso en la pretendida evolución del hombre. A mi modo de ver sólo hemos progresado intelectualmente como especie (en global) o por las aportaciones de una élite extremadamente minoritaria. ¿Es superior, más inteligente, un hombre contemporáneo medio (que duerme, trabaja, come y ve la televisión) que el pequeño habitante que inventó la manera de fundir hierro y construir útiles? Podríamos discutir mucho porque mi planteamiento huele a demagogia, pero tengo la esperanza de que nos pondríamos de acuerdo en que, tras una decena de miles de años, deberíamos exigirle un poco mas al homo blogens.
Pensar-pensar lo hacemos poco, hablar-hablar mucho. Se echa en falta una idea nueva. Tanta palabra publicada y ¡qué poca contribución a las ideas! Programas de televisión basados en la compilación (o Doctor-Frankenstein-free-style) y repetición hasta el hartazgo de esquemas que en su momento fueron copiados. Trabajos de investigación, incluso tesis doctorales, que legitiman el puro y duro copypasting. Diarios autocensurados. Webs autodenominadas “de pensamiento” en las que se cita, se copia, se reconstruyen y vuelven a constituir los textos de otros. En el mejor de los casos en el proceso pierden bastante del sentido, profundidad o riqueza de contenido del original. En el peor de ellos se subvierte la idea primera. Una verdadera pena.
Visualizen al mono. Ahí está con un bote de pegamento intentando recomponer el jarrón chino, trozo a trozo. Y ahora visualícese. Haga un viaje astral, salgan de su cuerpo y obsérvese con una cierta distancia ¿Qué hace? Usted mira al mono. Además quisiera tirarle cacahuetes, pero las normas no lo permiten. Fumar tampoco. En la mano, además (fíjese) ud. lleva la entrada-previo-pago del parque zoológico.
Si no fuera por las pretensiones, esa manera de diluir y empobrecer el legado cultural que gestionamos podría adoptar la forma de un poema Dada. ¿Conocen la fórmula?

Para hacer un poema dadaísta

Tomad un periódico.
Tomad unas tijeras.
Elegid en el periódico un artículo que tenga la longitud que queráis dar a vuestro poema.
Recortad con todo cuidado cada palabra de las que forman tal artículo y ponedlas todas en un saquito.
Agitad dulcemente.
Sacad las palabras una detrás de otra colocándolas en el orden en que las habéis sacado.
Copiadlas concienzudamente
El poema está hecho.
Ya os habéis convertido en un escritor infinitamente original y dotado de una sensibilidad encantadora, aunque, por supuesto, incomprendida por la gente vulgar.

Tzara, Tristan. Manifiesto Dada de 1918. Manifiesto sobre el amor débil y el amor amargo (Cap.VII),
Extraído de
De Micheli, Mario. Las vanguardias artísticas del siglo XX, Madrid, 1992, Alianza.

Pero, ya digo, si estuviera hablando de Arte la cosa sería diferente. De verdad, merece la pena el esfuerzo de generar contenidos, información, ideas. Quizás es porque estoy ultimando mi particular aportación (que otros deberán criticar) que saco pecho. Es mi pequeño momento de falta de humildad, pero me lo estoy mereciendo.

estricta filología

estricta filología “Si se pretende un debate ético crítico y sereno la palabra eutanasia debe ser usada con precisión.” Pablo Simón Lorda e Inés M. Barrio en El País, 27 de marzo de 2005, página 15 (Opinión)
Se me ocurren muchas frases que contienen el mismo problema que la anterior: utilizar una evidencia como condicionante. Efectivamente ¿acaso la palabra “eutanasia” no debería usarse SIEMPRE con precisión? Es más: ¿No deberían usarse SIEMPRE (exceptuemos el derecho de cierta poesía) TODAS las palabras con precisión? Y con exactitud, añadiría yo. No entraré ya en discutir sobre la necesidad de verbalizar una evidencia. Si se pretende acabar con la inflacción lingüística las palabras deben ser usadas con precisión, digo. Esto obligaría a los que nos quieren vender el Método Maurer (el hablante normal se desenvuelve con apenas 1000 palabras. Este vocabulario es más que suficiente para entender a otros y para hacerse entender, para leer un periódico o para seguir un programa de televisión) a ofertar al menos 2000.
Mimemos las palabras.
No he clasificado este artículo en “identidad” por casualidad.
Los humanos nos distinguimos por nuestro lenguaje.
Del resto de los animales.
Entre nosotros.
Y parafraseando a Wittgenstein: “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”.

Coincidencias

Coincidencias Dice bién Daniel Ripollés desde El renglón torcido:

“Llevamos años ensalzando la ley del mínimo esfuerzo, descuidando la cultura, premiando a los tramposos (a menudo haciendo la vista gorda) y dejando morir de asco a los serios, responsables y trabajadores. Al final, nadie se esfuerza por superarse, ni lee sus trabajos dos veces, ni se preocupa por la excelencia.”

Pensaba el otro día de una manera similar. Añadía de mi propia cosecha “el miedo que tienen todos los mediocres ante cualquier signo de competencia, cómo dedican unas energías (que serían preciosas a la hora de mejorar) a combatir cualquier posibilidad que muestre el “enemigo” en levantar la cabeza”. De hecho creo que es la característica que más define a un mediocre. No nos engañemos pensando que el tiempo deja a cada uno en su sitio. Ese juez a veces falla mal o falla demasiado tarde. No seamos cómplices con nuestra ingenuidad y buenapersonalidad. Impongámonos por el bien de todos y en defensa de una mínima idea de justicia la tarea de desenmascararlos y desterrarlos.

A otra cosa

Debo reconocer que aunque no soporto las novelas de Saramago, coincido a menudo con sus ideas. El pasado fin de semana escuché en la radio apenas tres minutos de entrevista en la que el escritor defendía dos que habitualmente me enfrentan con el pensamiento (por decirlo de una manera cool) “stablished”:

1. El Feminismo ha perdido la gran oportunidad de incidir en la sociedad para influenciar o transformarla mediante la gran aportación de las virtudes exclusivamente femeninas. En lugar de esto la estrategia feminista se ha basado en buscar la igualdad en un mundo de hombres con lo que:
a) jamás llegarán a conseguir tal igualdad, dado que parten de una desventaja inabarcable.
y
b) Las mujeres que supuestamente alcanzan el estatus deseado por el feminismo lo hacen asumiendo plenamente el rol masculino. ¿O es que alguien ha visto la “mano” de mujer en los ministerios que éstas han ido ocupando? Hablamos del gobierno central, pero también de la dirección de mega-empresas al estilo de FCC.
Quien quiera abundar en esto puede consultar de Paglia, Camille, Vamps & Tramps, más allá del feminismo, Madrid, 2001, Valdemar (Enokia s.l.)
Un bocado a bote-pronto: “La sociedad moderna está estructurada ahora para poner impedimentos limitatorios entre el desarrollo físico de la mujer y sus ambiciones profesionales. La ideología feminista empezó afirmando que daba a las mujeres libertad, conocimiento y autodeterminación, pero ha terminado alineando a las mujeres profesionales de sus propios cuerpo”

2. No somos la persona que éramos. Aquí el argumento del escritor es idéntico al mio (desarrollado en conversación con Sole en casa de Teresa hace unos años, durante una cena):
a) Nos definimos en tanto que persona por una serie de parámetros como: aspecto físico, manera de pensar, bagaje cultural, ocupación, relaciones personales, gustos y aficiones, experiencias, expectativas de futuro, etc.
b) Todos esos parámetros son mutantes. Hagan la prueba mirando atrás cinco años: cambio físico (incluída la sustitución de la inmensa mayoría de las células que nos componen), cambio de residencia, cambio de amigos, más experiencia vital, cambio de trabajo, adquisición de nuevas ocupaciones, cambio de escenario familiar.
c) ergo…¿Soy la misma persona? Qué no ha cambiado de mi. Para los que no creemos en el alma ¿existe una esencia personal inmutable?
La cultura popular recoge esta idea en un chiste: “Jose le dice a Juan: Este hacha era de mi bisabuelo. Juan le responde que parece muy nueva y Jose concluye: bueno, mi abuelo le cambió el mango y mi padre le cambió la hoja.”
Y relacionado con todo esto
Nosotros tenemos una imagen hecha de nosotros mismos. Pero ¿no somos acaso más como nos ven los otros? Basta incidir en la cuestión para darnos cuenta de lo poco que coincide nuestro autorretrato con el retrato común que nos hacen nuestros conocidos.
En fin… el dibujo que ilustra este post es el retrato que me hizo en el cole Beatriz, mi hija (3 años). Por cierto ¿No le notan uds. Un cierto parecido a Saramago?

Stendhal en Stockholm

Stendhal en Stockholm O padecer el secuestro de la belleza y justificarlo

En un arranque (o freno, según se mire) de prudencia he esperado unos días.

Me paré en seco con los recaudos propios de quien tiene un historial de ataques cardíacos y siente un pinchazo en medio del pecho. “Mierda de Síndrome de Stendhal”. Ya saben: tras un largo día admirando Florencia, Stendhal entró en la iglesia de la Santa Croce y sintió una extraña angustia acompañada de vértigos. Recurrió a un médico que le diagnosticó una sobredosis de belleza. Puse a trabajar la máquina pensante, que es lo recomendado en casos psicosomáticos agudos. Aquellas piernas. Aunque no habituales tampoco extraordinarias. O sí. Formas definidas unidas en transiciones sutiles, la malla de lycra que realza los volúmenes por su dibujo reticular, pero también por la diferencia de densidad, mayor y más oscura cuanto menor diámetro. Hay más. Tobillos delgados y tendón de Aquiles marcado. Ese prodigio natural de tejido que señala como una saeta la unión con el suelo. Remítanse los cultos de alma al héroe homérico. Remítanse los fetichistas a la continuación del tacón de aguja. ¿Dije tacón? Ya suponía que había más. No lleva tacones. De hecho no lleva zapatos: una suerte de viejas babuchas o pantuflas doradas. Dos reflexiones al respecto. Uno: la nula adecuación del calzado en tanto que exento de lujo. Y dos: mi crítica se desmorona ante la gracia de movimientos exhibida. De ahí una falta de entendimiento: de ahí el desmoronamiento del castillo de naipes de las ideas fijas. Ejemplo ad hoc: los tacones son necesarios para caminar con esa sofisticada gracia cuya contemplación desde hace tan sólo un par de generaciones a los occidentales nos produce ese cosquilleo en la entrepierna (gracias Manolo Blahnik)
Soy yo, pensé tras la mínima autoterapia de pasar el momento por el tamiz de la razón. Pero no. Los demás transeúntes también quedaban alterados ante el paso decidido de Lady Espectacular. A otros niveles, claro. De sensibilidades y grados de domesticación tenemos la trastienda llena. Así pues, no soy yo. Es ella. Saqué la cámara y corrí. Un arrebato. La alcancé en el paseo de Colón y le hice una instantánea. Todavía no le había visto de frente. Ni idea de su cara. Sospeché que aquello sólo podía ir a peor, así que me abracé a mi Síndrome de Estocolmo ¿Para qué estropearlo? ¿Para qué escapar de mi rapto?

Data/Intro: Barcelona, 15 de marzo de 2005, 12.30 horas. Unos diez grados y nublado. Desapacible. Caminaba a buen paso con rumbo a la calle Montcada. Ante la fachada de Santa María del Mar me adelantó una chica. Una minifalda de cierto vuelo que cubría apenas un tercio de sus muslos. Unas piernas que valoré como preciosas, cubiertas con unas medias de rejilla.